jueves, 8 de septiembre de 2011

Diario de Luzil - 1

Cuando el destino decide que tiene algo que decir sobre tí... no puedes escapar, esconderte o huir y más te vale quedarte muy callado y escuchar atentamente.

Ella estaba tumbada esperando su final, la tristeza en sus ojos habia adquirido tal fuerza que para nadie pasaba desapercibida. No estaba preparada para esto, y aún así la decisión había sido suya. Todo acabaría, todo terminaría. Cuanto había conocido desaparecería de un solo estoque.

Siendo tan joven había vivido lo que nadie y había adquirido un toque de sabiduría impregnada por la vejez de su mente. Siempre recordaría con especial énfasis el pasado perdido, ya que ante ella se habría paso sólo la oscuridad.

Así como estaba, con el destino forjándose a su alrededor, y ella sumisa ante él, casi no pudo oír la llamada de su querida hermana. Se miró al espejo observando cómo su pelo rojo desmadejado le enmarcaba la cara acentuando sus facciones. Creyendo imposible poner fin a ese desastre, se recogió el pelo en una coleta alta. Cuando su hermana entró en la estancia, no pudo más que abrir los ojos como platos y exclamar:

- Pero, ¡qué haces aún así! No puedo creerlo, tienes una recepción con los señores y el primogénito del clan de los Colmillos Lunares en veinte minutos, ¿y aún estás así? - mirándola de forma inquisita, la hizo alzarse y prepararse a toda prisa.

No podía creer cómo era su hermana. Sí, su pelo era también rojo, pero a diferencia de ella, tenía las facciones más duras, y unos preciosos ojos marrones, cuando los de ella eran azules y fríos. Sintiéndose tentada a abrazarla, se detuvo, pues la dureza con la que la miraba no hacía más que intensificar su malestar.

Y en cuestión de diez minutos, allí estaba ella, perfectamente peinada con un recogido en un lateral con el vestido preparado para su encuentro, con los colores tradicionales de su clan, los Trin´poh.