martes, 27 de diciembre de 2011

DIARIO DE LUZIL - 2

ENCUENTROS

Mi padre había dejado bien claro que mi transporte esperaba fuera, pero yo no lo quería. Deseaba andar, correr hasta terminar agotada, no asistir a una recepción con la persona con la que me tendría que desposar.

Guardé mis pensamientos bien ocultos en lo más profundo de mi mente. Mi padre siempre resultó ser un gran lector, pero mis defensas son impenetrables.

Sonreí dulcemente a mis padres y fui con mi guardaespaldas. Él sabía que me encantaba andar y me complacía (demasiado a menudo, hubiese dicho mi padre) no cogiendo el vehículo que me esperaba hasta la entrada al palacio de los Colmillos Lunares.

La noche era un regalo para los sentidos. Mi Shi´yu nunca me dejaba sola, pero tampoco me prohibía o se anteponía ante mí y mi conversión (qué sensación tan exquisita), solo era un silencioso acompañante.

Mi familia son los más fuertes y mejores cambiantes de todas las estirpes. Y, por supuesto, yo no podía ser menos. Había perfeccionado cada cambio, cada movimiento. Podría realizar la transformación en un parpadeo o de una forma lenta y pausada; podía cambiar la zona de mi cuerpo que desease (aunque esto ultimo no me llamase demasiado la atención). Mi control sobre el cuerpo y la mente es total.

Mi instrucción como lectora de mentes fue tan provechosa que mi padre decidió que seria la mejor líder que un clan podría tener. No necesitaba que me mirasen de forma directa, me introducía por su iris y encontraba todo cuanto buscase.

¿Cuántas mentes reproducidas en libros habría leído ya? Que gran obra literaria. ¡Ja!

Para mí cada mente es un libro, y tanto me dice el interior como su apariencia externa. Grandes y cultos, con encuadernación de cuero viejo... finos y delicados, con letras bordadas en oro....  Ajados, elegantes, majestuosos, rotos... Todos me dicen cuanto deseo saber.